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Inicio del forzado de pecho de Javier Castaño. Foto: DR Reina |
Cali se toma en serio eso de la fiesta. A las afueras de la plaza de
toros de Cañaveralejo, multitud de gente en las denominadas “tascas”, que no
son otra cosa que varias tarimas con orquestas o estridentes equipos de sonido
tocando salsa y otros ritmos bailables, además de comidas variadas y ríos de
alcohol (cerveza y aguardiente, sobre todo).
Dentro de la plaza la cosa no cambia mucho. En la corrida nocturna del
25 de diciembre, media plaza para ver a Antonio Ferrera, Paco Perlaza y Javier
Castaño con toros de Puerta del Hierro, que
pastan en el vecino departamento de Cauca.
Nos fuimos prácticamente en blanco en esta noche debido a la escasísima
casta del encierro de la familia Estela, tal como ocurrió el año pasado, o tal
vez peor. Desde el punto de vista estrictamente taurino, se salvan las ganas de
agradar de Ferrera y las buenas maneras de Castaño. Lo mejor fue una vara breve
pero potente al cuarto de la tarde en excelente sitio y que le hizo mucho bien
al toro (“Islero”, d 464 K, castaño, capuchino y cornidelantero). Saludaron
Ferrera en este cuarto y Castaño en el tercero.
Mientras tanto, en los tendidos, mucha bulla, mucho grito e imagino que
mucho aguardiente, pues de otra manera sería muy difícil explicar el
comportamiento de buena parte del público. La otra hipótesis, en verdad
complementaria de la anterior, es el ansia enorme por divertirse de cualquier
manera. En el primero, un manso desvergonzado, el griterío pasó, en cuestión de
minutos, de “¡Negras! ¡Negras!” a “¡Música! ¡Música!”. Y no fue una broma.
En los altos del tendido 2, un grupo de 20 o 25 jóvenes vestidos con
camisetas negras hacen las delicias de la concurrencia con altisonantes
berridos de un interminable e insoportable “¡OOOOLEEEEEEEEE!” en los momentos
más inesperados (en un cambio de tercio, al remate de una tanda de derechazos o
cuando el matador va a tablas por la espada de verdad). Deben estar curándose
la garganta, porque al festival de hoy 26 no vinieron. Menos mal.
Qué más da. La gente está en su salsa.
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