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Eduardo Galllo por chicuelinas Foto: DR Reina |
Este torero
salmantino dejó muy buena impresión. Creería que Gallo está construyendo su
personalidad torera con buenas dosis de la poderosa tauromaquia de César Rincón
(padrino de su alternativa), marinadas en el estilo arrabalero de Manuel
Benítez El Cordobés. Con “Granadino”
(464 K, negro listón y cornidelantero), que recibió una vara fuerte, lo vimos
moviendo el brazo al compás del galope del toro, acariciándolo en la primera
parte de la faena, cuando el toro tenía recorrido y tranco; luego,
arrancándole los pases en el tercio, recio y decidido. Mató con tres cuartos
efectiva y paseó una oreja. Al toro lo aplaudieron los tendidos.
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Vara al quiinto de la tarde. Foto: DR Reina |
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El triunfador de la tarde. Foto: DR Reina |
“Naranjito”
(No. 216, de 454 K, negro veleto) fue un toro poderoso, al que el matador llevó
al caballo por chicuelinas con son. Recibió una vara en buen sitio. Y entonces
Gallo se despachó con un toreo acompasado y mandón que inició por bajo, con
galanura. En la tercera tanda por izquierda compuso un natural extraordinario,
profundo y recio. Tuvo inteligencia al dejar descansar al toro entre tanda y
tanda. Remató con una variada y alegre, para terminar con una entera y tendida.
Le dieron las dos orejas, algo excesivas por la calidad de la espada. A “Naranjito”
lo premiaron con la vuelta al ruedo.
Lidiaron mal
los subalternos de Javier Castaño a “Periodista” (446 K) y a “Toronjito” (476 K),
ambos negros listones, prontos, fijos y bravos, aunque al segundo lo castigaron
en varas y se apagó a la tercera tanda. Castaño no lució. Con “Periodista”, acertó
al torear de largo por naturales para tapar el defecto de un toro que se
revolvía pronto. Estuvo mal con la espada (pinchazo, media tendida y cinco
descabellos). Escuchó un aviso y el silencio del público.
“Toronjito” fue
mucho mejor que “Periodista”, pero fue castigado en varas y duró poco. Además,
tuvo la tendencia de echar la cara arriba. Exigió mucho del torero, que pareció
confundido, aunque dejó dos ayudados elegantes. Pinchó sin soltar y luego tres
cuartos de espada sin puntilla. No conectó con el público, y creería que
tampoco consigo mismo. Se fue al hotel con el silencio de los tendidos.
Estos toros de
Mondoñedo no aceptan
cualquier torero. Y Andrés de los Ríos no pudo con ellos. “Limonero” (444 K), el menos bueno del encierro, permitió el
lucimiento de E. Pineda y J. Mejía en banderillas, que fueron llamados a saludar
desde el tercio. El matador estuvo timorato, descubriendo la falta de corridas.
Sonaron dos avisos luego de cuatro pinchazos y dos descabellos.
“Bailarín”
(486 K, negro veleto) fue, tal vez, el mejor de la corrida de esta tarde.
Pronto, fijo, alegre, serio, con cara y morrillo, que peleó en varas. Por esta
razón, el colombiano tuvo menos difícil la tarea, aunque estuvo siempre por
debajo de las condiciones de su contrincante. Mató de un estoconazo recio y por
eso le dieron una oreja.
A la noche, en
el lobby del hotel, el torero
triunfador, su apoderado y el ganadero se abrazaron afectuosamente,
intercambiando elogios mutuos. No es para menos.
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