Se iba a ir Juan José
Padilla de Cali tan solo con el enorme aprecio del público, porque sus dos
toros fueron pobres, como lo fue, en general, la corrida de Fuentelapeña. El primero, “Pachanguero”
(482 K) tardeó, luego se paró y finalmente se rajó. Y el segundo de su lote
(“Violetero”, 466 K) fue de una mansedumbre descarada: se escupió de la vara
seis veces, desparramó la vista siempre, desordenó la lidia y sólo dobló al
escuchar el tercer aviso.
Paco Perlaza con "Mago" (Fotos: Diana R. Reina G.) |
Ya habíamos visto a
Paco Perlaza, que reemplazó al joven Sebastián Ritter, torear en cámara rápida
a un bondadoso “Mago” (442 K, castaño cornidelantero) que se dejó hacer de
todo. Perlaza brindó a Padilla y yo pude leer en sus labios ese “Usted es un
ejemplo” que comparto plenamente. El torito fue alegre, noble y con sabor en la
embestida y Perlaza, muy querido en esta plaza toreó lejos y vertiginosamente,
exagerando las maneras. Pero le dieron las dos orejas y la vuelta al ruedo al
toro. Su segundo, “Puñalero” (522 K) no vale la pena el renglón.
Perera y su toreo silencioso |
También habíamos visto
ya el toreo silencioso de Miguel Ángel Perera en su primero (“Guapo”, castaño
requemado, alto de cuerna, de 444 K), con el que tuvo suavidad y compostura. A
este toro Perera le dio un forzado de pecho que vale el nombre, pues se notó el
esfuerzo en la largura estirada del pase. Mató bien y le dieron una oreja. Con
su segundo (“Adivinador”, negro veleto de 548 K) tuvo mucha técnica en los
doblones del inicio y mucho mérito ante un toro que rebrincaba a mitad del
viaje. El público no lo vio así: pitaron merecidamente al toro en el arrastre y
silenciaron injustamente la actuación del español.
Farol de Juan José Padilla |
Entonces vino el
regalo de Juan José Padilla: “Distinguido” (negro veleto y astifino, de 518 K).
Aunque no sea de mi predilección, creo sinceramente que a la tauromaquia actual
le hacen falta dos o tres Padillas, esos toreros que se entregan al público,
que siempre tienen ganas de agradar y que transmiten emoción. Al niño que
estaba a mi lado le brotó una sonrisa deliciosa pues no podía creer que
estuviera viendo la belleza colorida de los faroles del quite. Acto seguido,
brincó como un resorte luego de los tres pares de banderillas emocionantes. Y
luego se electrizó con ese toreo de riesgo y de picante que es el de Padilla,
ante un toro que levantaba los cuernos al cielo en señal de protesta y que terminó
dominado por la mano baja del de Jerez de la Frontera. La plaza entera se
entregó y pidieron las dos orejas después de la media estocada efectiva.
Salió en hombros
Padilla, junto a Paco Perlaza, ante un público contento y agradecido.
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