La noticia es confusa, por lo
reciente: la Corte Constitucional acaba de anunciar que las corridas de toros
en Bogotá deben permitirse, por ley.
No conozco el comunicado de prensa de
la sentencia, y menos aún podré conocer la sentencia misma. Pero lo cierto es
que se le devuelve la plaza de toros a la Corporación Taurina de Bogotá, por orden de la
corte que defiende los derechos constitucionales de los colombianos.
Sin embargo, mucho me temo que el
talante del señor Gustavo Petro, alcalde de Bogotá, lo llevará a hacer todo lo
posible para convertir este fallo en un acto populista: “firmatones”, “tutelatones”,
“plebiscitos”, “referendos”, renuncias calenturientas
(lo dijo hace unos días: “Si me ordenan que vuelvan los toros, renuncio”). Esto lo utilizará Pëtro para sus fines populistas, caudillistas, centrados en su soberbia autoimagen y en su creencia ciega de ser el poseedor de la verdad.
Y, además, interpondrá palos en la
rueda: que la plaza no tiene estructura antisísmica; que su arquitectura
requiere remodelación, que el edificio debe usarse para otros fines (en lo cual estoy de acuerdo), etc., etc.
Lo único cierto es lo que acaban de
anunciar los medios: que la Corte Constitucional considera que a los taurinos
nos ampara la ley en Colombia y, particularmente, en la Bogotá Humana de Petro; esa Bogotá que ignora deliberada y arrogantemente manifestaciones culturales como la tauromaquia.
¡Enhorabuena!
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