Castella por chicuelinas (Foto: Diana R. Reina G.) |
Pintaba bien la corrida final de la feria de Cali, con los
toros de Las ventas del Espíritu Santo.
A las 4 en punto, algunos goterones inofensivos presagiaban lo que iría a ser
una pavorosa tormenta eléctrica que obligó a la mayoría de los asistentes al
festejo a perderse el indulto del quinto y la actuación final de López Simón,
que con su primero había estado francamente bien.
Abrió la tarde Sebastián Castella, que estuvo muy compuesto
con su primero (“Introvertido”, 500K, castaño chorreado). El toro tardeaba y
era flojo de remos. Aun así, Castella estuvo serio y elegante por derecha,
además de regalarnos dos buenos naturales. Más tarde, tuvo mucho aguante en
tres derechazos con los pies clavados en la arena de Cañaveralejo. Se arrimó
mucho en la sexta tanda por derecha y entró a matar con decisión. Dejó una
media y debió descabellar dos veces. Sin embargo, lo obligamos a saludar desde
el tercio.
El cuarto de la tarde (“Hispano”, negro de 448K, largo, bien
dotado de cabeza) tampoco tuvo mucha fuerza. Castella lo recibió con tres
bellas verónicas a pie junto, luego otras seis con el compás abierto y media
para el remate. Tras la vara, hizo un quite por tafalleras, que fueron tres,
lentas y armoniosas, sin mover los pies del sitio. La faena fue de más a menos.
Una secuencia de dos cambiados por la espalda, alternados por dos derechazos,
sin enmendar la posición, y luego un natural. El toro tenía clase en la
embestida, lo que le permitió torear con limpieza por derechazos. Sin embargo,
por naturales estuvo menos bien, dejando trompicar varias veces la muleta. Mató
de una muy buena estocada entera, que le valió una de las dos orejas que le
dieron.
Luis Bolívar tuvo una actuación altisonante con
“Desorientado” (castaño algo cornivuelto, de 462K), que se arrancó de largo en
la primera parte de la faena, aunque tampoco tuvo mucha fuerza. Las primeras
tandas por derecha fueron aseadas. No obstante, Bolívar perdió el sitio al
citar por naturales, fue enganchado y, a partir de entonces, la cosa decayó. El
matador intentó recomponer la equivocación con varias tandas completamente
innecesarias y embarulladas. Dejó una estocada muy caída, casi envainada, pero
lo obligaron a saludar. Demasiado premio para su presentación.
En cambio, dejó un excelente sabor el toreo de López Simón
con “Renegrido” (sobrero de 460K, chorreado), que metía muy bien la cara en el
engaño, aunque falto de fuerza, como todos los que alcanzamos a ver. El de
López Simón fue un toreo sencillo, claro, sin florituras, limpio y decidido.
Toreó con la panza de la muleta siempre, con verdad y hondura, sobre todo en
una tanda de naturales geométricos: la figura compuesta, erguida, la mano
desmayada, la muñeca que torea. Hermoso. Mató con una estocada perfecta, la
mejor de la feria, y recibió dos orejas.
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